No debemos matar a la gallina de los huevos de oro

Ya casi nadie puede negar la importancia del turismo para la economía local. Con varias de las actividades tradicionalmente generadoras de recursos en crisis por diversos factores, la llegada de visitantes a disfrutar de las bellezas naturales y los servicios que ofrece San Rafael (y aportar aquí su dinero) ya es un hecho concreto y que nos debe enorgullecer.
Los resultados estadísticos del mes de enero muestran para San Rafael una muy buena temporada: por estos días, un 94% de las plazas disponibles en nuestro departamento ha sido ocupado por visitantes. Y en medio de un momento harto complicado para la economía nacional y provincial, prestadores y autoridades coinciden en admitir que son parte de uno de los pocos sectores a los que les va bien en el país.
Sin embargo, no todo es color de rosa en el análisis de nuestra actualidad como anfitriones. En nuestra edición de ayer destacábamos cómo muchos de quienes nos visitan se quejan –muchas veces justificadamente- de los altos precios que aquí se cobran, sobre todo en los centros de mayor afluencia turística, un poco alejados de nuestra ciudad, y fundamentalmente en Valle Grande.
Está claro que vivimos en el marco de una economía de “libre mercado”, donde la inmensa mayoría de los precios se regula por la ley de oferta y demanda. También es una realidad que los empresarios tienen la posibilidad –y hasta la prerrogativa- de cobrar de forma diferenciada un producto por el hecho de tenerlo disponible en lugares y momento particulares. Esto ocurre en todos lados y actividades. Pero, claro, esos mismos empresarios deben comprender que si ellos desarrollan una actitud abusiva y fuera de toda lógica en el cobro de sus servicios o productos no solo estarán perjudicando a sus emprendimientos sino, y sobre todo, al buen trabajo e imagen que hoy por hoy tiene San Rafael como prestigio dentro de los destinos turísticos nacionales y al que ha costado demasiado conseguir como para dilapidarlo egoístamente.