Hace falta pensar en la siguiente etapa económica

Con la obligada asistencia sanitaria y, al mismo tiempo, y en alguna medida a los sectores que se han visto afectados dramáticamente por la recesión económica histórica que ha impuesto la pandemia de Covid-19, los gobiernos de muchos países –Argentina, incluida– se encuentran ahora pendientes de saber qué ocurrirá en la siguiente etapa. Seguir aportando desde los Estados fondos para mantener las actividades privadas generadoras de recursos es imposible y abandonarlas a su suerte no parece ser una alternativa válida, ya que por ejemplo en nuestro país se está incrementando a pasos agigantados el cierre de pymes y despido de empleados. Algunos analistas económicos y financieros de nivel global estiman que en el estado actual, sin políticas fiscales y monetarias contracíclicas ambiciosas, América Latina se encamina a enfrentar una catástrofe económica con graves consecuencias para sus frágiles democracias.
Las secuelas de la pandemia ya comienzan a hacer estragos en las economías latinoamericanas. Para muchos países de la región, las de este año serán las peores caídas económicas en casi un siglo, desde la Gran Depresión.
Las experiencias con crisis anteriores han mostrado que políticas contracíclicas ambiciosas son un antídoto probado. Sin embargo, las respuestas de muchos gobiernos latinoamericanos son por ahora tímidas, en el mejor de los casos. De hecho, los paquetes de estímulo a la economía rondan, en promedio, el 5% del producto bruto interno, algo que parece evidentemente insuficiente. Así, la obsesión de América Latina con la austeridad sería el equivalente económico de la práctica medieval de tratar de curar al paciente a través del sangrado.
Está claro que nos encontramos en el momento en que aún debemos pensar más en el desarrollo y cura de la enfermedad que en cómo pagaremos el costo de ello. Sin embargo, no empezar a establecer cuáles serán las medidas que nuestros países implementarán para sobrellevar un descalabro que ya es evidente, podría hacernos perder tiempo precioso y llevarnos a un escenario más crítico aún.