En medio del frio, en el barrio Cerro de las Rosas de Córdoba, encontramos un ejemplo de perseverancia y fuerza de voluntad: Jonathan, un trabajador de 30 años que se gana la vida limpiando vidrios. Cada día, sin falta, se levanta a las 4:40 de la madrugada para enfrentar los desafíos que la vida le presenta.
Hace aproximadamente tres semanas, Jonathan quedó desempleado, pero en lugar de rendirse, encontró limpiando vidrios una oportunidad para seguir adelante. Cuando le preguntan cómo logra llegar a fin de mes, responde con determinación: “Con asignaciones y limpiando vidrios”.
El invierno, implacable, vuelve su tarea aún más difícil, ya que los vidrios se congelan y la gente muestra reticencia a permitir que sean limpiados: “El invierno está bravo porque se congelan los vidrios y la gente no quiere que los limpie”, le dice al móvil de Radio Mitre Córdoba.
Sin embargo, Jonathan no se rinde. Desde las 5:15 de la mañana, se para firme en su puesto, listo para trabajar.
“Está friísimo, la mañana es brava”, admite y con una determinación inquebrantable continúa: “aquí estamos firmes, sin bajar los brazos, a mil por hora”.
El esfuerzo de Jonathan solo alcanza para mantener a su familia durante medio día. Tiene dos hijos, Tiago, un niño de 8 años, y Ema, una pequeña de 3 años. Probablemente su motor, su inspiración para seguir adelante cada día.
“La gente a veces me ayuda, a veces no”, comparte. “Pero hay personas que me conocen aquí y son muy solidarias”.
El muchacho aprovecha para destacar que no todos los limpiavidrios son iguales y lamenta que por las acciones de unos pocos, se generalice una mala imagen de todos. “No toda la gente que limpia vidrios es igual. Hay mucha gente, buena, gente mala», cerró.
Fuente: Radio Mitre
