Incendios de pastizales o las “costumbres” mal entendidas

En más de una ocasión en este mismo espacio nos hemos ocupado de la problemática y los riesgos que implican los incendios rurales. Ha quedado dicho que una parte demasiado importante de los mismos se producen por la acción del hombre y, lo que es peor aún, muchos son provocados por quienes, a pesar de las recomendaciones y las sanciones que las autoridades disponen, siguen utilizando el fuego como herramienta de “limpieza” en sus terrenos.
Años atrás, la Secretaría de Ambiente de la Provincia anunció que llevaría ante la Justicia a quienes provocaran incendios de pastizales puesto que, como muestra la realidad, una vez que los mismos se salen de control pueden afectar a quienes encienden el fuego y a terceros. El Código Contravencional de Mendoza, en su título de cuidado del Medio Ambiente y la Salud de los Animales, dispone de sanciones pecuniarias para quienes realicen estas actividades. Además, la ley provincial 6.099 de prevención y lucha contra los incendios en zona rurales también reprime estas conductas debido a que con ellas pueden afectarse negativamente el entorno ambiental y la biodiversidad de nuestra zona, más allá de los gastos y esfuerzos que presupone la lucha contra esos incendios.
No obstante el evidente riesgo que estas conductas conllevan, sumadas a la sequía que afecta nuestra zona creando un caldo de cultivo para las llamas, las mismas se mantienen entre nosotros como peligrosa costumbre y muchas veces son justificadas por sus autores al ser catalogadas como “hechos culturales” del trabajo rural. Lo que no suelen tener en cuenta quienes así opinan -y actúan- es dónde y cómo terminan los mismos. Demasiadas veces sus consecuencias son dañosas, peligrosas y hasta fatales.
Parece que aún no tomamos conciencia de que las tragedias no suelen respetar las mal llamadas “costumbres” y que, en estos casos, evolucionar no tiene que ver con dejar de lado las tradiciones sino con no generar hechos dañosos.